Cuento
Un religioso fanático mientras estaba disfrutando de la vista del mar sentado al filo en un muelle, cae y comienza a pedir ayuda.
Por su religiosidad comienza a pedir ayuda a Dios diciendo: “Sálvame Dios mio, yo soy tu fiel seguidor y digo tu nombre por todos lados, sálvame”.
Un pescador al ver que el hombre cayó al mar, se acercó con su bote e intentó rescatarlo, a lo que el religioso rechazó ya que estaba implorando a Dios y era la primera vez que le pedía algo.Entonces siguió gritando: “Sálvame Dios mío, nunca te pedí nada, yo confío en tí, salva a tu fiel servidor”.
Entonces, otro pescador con su bote se acercó al escuchar los gritos de auxilio y nuevamente el hombre rechazó ser rescatado diciendo que estaba seguro que Dios escucharía su llamado.
Entonces, el hombre religioso, cansado de mantenerse a flote se hundió y murió ahogado.
Al llegar a las puertas del cielo lo recibe San Pedro y le dice que aun no está listo para ingresar al cielo y que debe esperar. Entonces reclamó: Pero como, encima de que yo he sido un fiel seguidor de Dios toda mi vida, además le pedí que me ayude y no lo hizo, ahora no me deja pasar. ¡Exigo entrar!.
A lo que San Pedro le dijo: Mira hijo, Dios te envío dos botes y tu no los aceptaste…
No sólo se debe ser útil a Dios, sino saber que en todo está Dios. El fanatismo puede llevarnos a la muerte.
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